Los pastores y sus rebaños realizan una importante labor de cuidado del medio ambiente, y por tanto la prevención de incendios. Gracias al pastoreo se conservan los bosques y se mantienen los caminos despejados, ya que esta vegetación puede llegar a ser ‘combustible’ para los incendios forestales sirve de alimento para las cabras y ovejas.

El pastoreo es una de las actividades económicas más tradicionales, no sólo en España sino también en todo Europa y a lo largo y ancho del planeta. Es habitual ver en los campos de todo el mundo a pastores con sus animales, una actividad fundamental para el medio rural y el medio ambiente que se ha convertido en una importante herramienta de prevención para los riesgos a los que se enfrenta el ecosistema, especialmente los incendios forestales. Más allá de cuidar a las cabras y las ovejas, los pastores realizan una importante labor para la sociedad como es, la conservación del medio ambiente y la biodiversidad.

Todo esto es posible gracias a que el pastoreo pervive en el medio rural, sobre todo en las zonas más desfavorecidas, ayudando a su conservación. En un continente como Europa, donde el pasado año 2017 el número de incendios forestales se multiplicó por tres con respecto a años anteriores y se produjeron 677 fuegos en tan solo ese año, cualquier actividad que pueda ayudar a controlar esta lacra para el medio ambiente debe ser protegida y fomentada. Y, sin duda, una de esas actividades es el pastoreo, ya que está demostrado que en los espacios en los que los pastos están bien gestionados y los pastores realizan su actividad se producen menos incendios forestales que en otras zonas.

Cómo ayuda el pastoreo a la prevención de incendios

Aunque resulte complicado creer que los pastores y sus rebaños son herramientas fundamentales para la prevención de incendios, realizan una importante labor en el cuidado de los montes y de los campos, fundamental para evitar que su prendimiento. Así, la vegetación de los montes pasa a ser el alimento de los rebaños y eliminan ese ‘combustible’ del que se alimentan los incendios forestales. Además, los pastores se encargan de mantener limpios y despejados de vegetación los cortafuegos, contribuyendo a la lucha contra el fuego, o una vez producidos, evitar su expansión.

Por otra parte, los rebaños también combaten los incendios al reducir la necesidad de la quema de rastrojos. Como también resulta un alimento idóneo para ellos, retiran estos rastrojos de los campos de cultivo y, por tanto, evitan su quema, uno de los principales causantes de los incendios forestales de Europa y España.

Con el ir y venir de las ovejas, los pastores mantienen despejados los caminos, de tal forma que los montes son más transitables y accesibles para el paso de los servicios de extinción de incendios, favoreciendo una intervención más rápida para evitar su expansión y las consecuencias devastadoras de las llamas. Asimismo, son los que mejor conocen el monte, el campo y el medio rural en el que habita, las mejores zonas de acceso, las de mayor riesgo y donde se puede encontrar agua, información relevante para las personas que luchan contra el fuego.

Tanta es la importancia de la labor del pastoreo en la prevención de incendios que algunas administraciones públicas ya están llevando a cabo acciones para fomentarlo. Este es el caso de Andalucía, donde se contrata a los pastores para que mantengan limpios los cortafuegos, o Valencia, que fomenta el pastoreo porque lo considera una actividad sostenible y generadora de biodiversidad.

Las ovejas y la prevención de incendios

Según los datos que maneja la Unión Europea, en Europa hay alrededor de 98 millones de cabezas de ovino y caprino, con unas 850.000 explotaciones de ovejas y 450.000 de cabras. De ellas, en España hay unos ocho millones de ovejas y alrededor de 600.000 cabras que se estima que podrían, con su actividad, mantener libre de incendios cerca de un millón y medio de hectáreas de bosque, mientras que un solo rebaño podría mantener entre 90 y 2.500 hectáreas de pasto en función de su tamaño. Y es que una cabra adulta es capaz de comer al día entre 1.5 y 2.5 kilos de vegetal seco, entre lo que se encuentran hojas y brotes de matorrales, mientras que en una oveja adulta esta cantidad puede ascender hasta los dos y tres kilos de materia seca al día.

Unas cifras nada desdeñables para la lucha contra los incendios forestales, una lacra que ha consumido una buena parte de las zonas verdes en toda Europa.