Para conseguir que esta carne sea deliciosa, tan sólo hace falta una cosa: un origen de altísimo nivel. Y no hay mejor origen que el natural, el tradicional, el de toda la vida. La carne de cordero y lechal que ponemos en nuestro plato empieza a cocinarse desde el momento de su nacimiento, bajo la estricta supervisión del jefe de cocina del campo, el pastor. Desde el primer día de vida, el pastor se asegura que los corderos tengan todo lo necesario para crecer fuertes y sanos, consciente de que desde ese momento se está empezando a preparar el plato que tú degustarás, y debe hacerse a fuego lento. Un fuego al que hay que ir añadiendo cada ingrediente para conseguir el resultado perfecto.
La carne de cordero y lechal es una carne jugosa, sabrosa y muy nutritiva. Se trata de una magnífica fuente de proteínas para nuestro organismo, además de un lujoso bocado que llevarnos a la boca. La carne de cordero y lechal no es sólo un alimento, es un manjar, un placer, una excusa para disfrutar.
Un ambiente inmejorable
El cordero y el lechal de Interovic se crían en zonas muy diversas del territorio nacional, pero siempre en un ambiente natural. Es posible que el cordero que pones en la mesa venga de algún valle del sur, de alguna pradera del centro o de algún rincón entre las montañas del NORTE. Pero, venga de donde venga, todos y cada uno de ellos ha contado con unas vistas inigualables.
Nuestros corderos cuentan con amplios espacios para su cría, siendo ocupada una hectárea por 12 ovejas de media. Un dato que le da a nuestro ganado la amplitud necesaria para crecer con una alta calidad de vida. Algo que se refleja, indudablemente, en la calidad de la carne resultante.
Estas hectáreas donde viven los corderos están completamente acondicionadas para pasar todas sus vidas sin que les falte de nada. Cuentan con apriscos (para protegerse de las inclemencias del tiempo y depredadores), corrales, saladeros, bañaderos, comederos, bebederos y alvapies para las diferentes labores de limpieza y comodidad de los animales.
En estas hectáreas los corderos crean su hogar, protegidos en todo momento de cualquier ataque gracias a las vallas, el perro pastor y la atenta mirada del pastor. Todo un equipo de seguridad que vela por ellos a cada minuto.
Una alimentación adecuada
La clave para alimentar a los corderos es asegurarse de proporcionarles un buen alimento de calidad. Y, dado el entorno natural en el que se encuentras todos nuestros corderos, esto es algo que está más que cubierto. En todo caso, cuando por razones climatológicas (ya sean nevadas, riadas o sequía) el pasto no tiene la calidad adecuada, éste es sustituido por paja y comida especializada que aportan al cordero las vitaminas, proteínas y minerales necesarios. Para este fin se utilizan productos derivados del maíz, avena, alfalfa, soya o cebada, entre otros. Esta alimentación adicional la lleva a cabo el mismo pastor quien se encarga de alimentar a los corderos personalmente. Asegurándose de que la alimentación que están recibiendo sus corderos no disminuye su calidad por la falta puntual de recursos naturales.
En el caso del lechal, su alimentación consiste únicamente en la leche, proporcionada directamente por la madre o, en ocasiones en las que esto no sea posible, por el pastor a través de un biberón. Es importante que nada más nacer sean alimentados con calostro (el líquido segregado por la madre durante el embarazo y nada más dar a luz, compuesto por inmunoglobulinas, agua, proteínas, grasas y carbohidratos) para que el lechal adquiera los anticuerpos básicos necesarios para la primera etapa de vida.
Bien alimentados, los animales pasan sus días deambulando por sus pastos, contemplando las vistas que muestran sus casas y tumbándose rumiar tranquilamente. Una vida de lo más tranquila y placentera junto al resto de sus compañeros, con todo el pasto y toda el agua fresca que puedan desear.
Cuidados específicos
Pero los corderos no sólo pastan a sus anchas en sus localizaciones de ensueño, comiendo y bebiendo a placer. Los corderos también cuentan con unos cuidados específicos que hacen de ellos los chicos mimados de la granja, y los convierte en la joya de la corona de las carnes.
Los corderos son cuidados de manera regular para prevenir y evitar posibles infecciones o enfermedades que les puedan afectar, asegurando su salud y la de su carne. De esta manera crecen los corderos y lechales a fuego lento. De la manera más natural posible, para conseguir una carne natural y deliciosa que nos transporta a los prados cada vez que la probamos. Y es que es fácil paladear el origen de una buena carne, de una carne de verdad.